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El Perdón- Para Meditar





La falta de perdón, un engaño  para mantenerlo encadenado


"Más bien, sed bondadosos y misericordiosos los unos con los otros, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo."
La práctica del perdón

En el camino que lleva a la reconciliación hay un paso fundamental: el perdón. Es el sello que rubrica el final de una disputa y constituye el ingrediente más distintivo del cristiano en cualquier conflicto. El perdón está en el corazón mismo del Evangelio. Todo el mensaje cristiano gira alrededor del perdón de Dios a través de la cruz de Cristo y nos impele a nosotros, como discípulos suyos, a ofrecer o a suplicar perdón allí donde sea necesario. Fallar u obedecer en este punto viene a ser un test básico de nuestra madurez cristiana.

La fuerza del perdón...

Guardar rencor hacia quien nos ofendió se convierte en una carga difícil de soportar. Conforme pasa el tiempo, se torna más pesada. Nos roba la paz. Lleva a que nuestras acciones y pensamientos estén volcados hacia el ofensor. El resentimiento toma forma. Se convierte en una sombra que nos sigue a todas partes.

Olga Lucía experimentó esta situación pero decidió liberarse. Lo hizo en una forma inusual. Perdonó a quien le causó el daño. Pudo recurrir a la venganza –muchos lo habrían hecho—pero sabía que no era el camino indicado. Por el contrario, habría agravado el asunto.

El apóstol Pablo enfrentó una situación similar. Pese a sus desvelos por ayudar al prójimo y predicar la Palabra de Dios, alguien en particular se empeñaba en tornarle la vida imposible. Lo difamaba. Desconocía su autoridad. Cuestionaba su ministerio. ¿Qué hizo Pablo?¿Cuál fue su reacción?¿Qué camino tomó? Las respuestas a este y otros interrogantes, las hallamos en la segunda carta a los Corintios, capítulo dos, versículos del cinco al once. A partir de ese texto, podemos aprender varios principios de vida cristiana práctica.


El rencor abre las puertas al mal...

¿Quién gana cuando odiamos a alguien?¿El reino de Dios acaso?¿P por el contrario el mal? Por supuesto, guardar resentimiento y rencor sólo favorece al reino de las tinieblas como advierte el propio apóstol Pablo: “...para que Satanás no gane ventaje alguna sobre vosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones”(versículo 11).  Al perdonar, le cerramos las puertas al diablo y a todas sus estratagemas.

La decisión de asumir el perdón es suya y nada más que suya. Nadie puede obligarle. Es una decisión personal. Pero puede estar seguro de que, si lo hace, será liberado de una pesada carga que le impide crecer como cristiano y como persona... ¡No se arrepentirá!¡Pídale al Señor Jesucristo esa fuerza que necesita para perdonar...!


Destruyendo al Enemigo
Se cuenta que cierto emperador chino, cuando le avisaron que en una de las provincias de su imperio había una insurrección, dijo a los ministros de su gobierno y a los jefes militares que lo rodeaban:

- Vamos. Seguidme. Pronto destruiré a mis enemigos.

Cuando el emperador y sus tropas llegaron a donde estaban los rebeldes, él trató afablemente a éstos, quienes, por gratitud, se sometieron a él de nuevo. Todos los que formaban el séquito del emperador pensaron que él ordenaría la inmediata ejecución de todos aquellos que se habían sublevado contra él; pero se sorprendieron en gran manera al ver que el emperador trataba humanitariamente y hasta con cariño a quienes habían sido rebeldes. Entonces el primer ministro preguntó con enojo al emperador:

- ¿De esta manera cumple vuestra Excelencia su promesa? Dijisteis que veníamos a destruir a vuestros enemigos. Los habéis perdonado a todos, y a muchos hasta con cariño los habéis tratado.

Entonces el emperador, con actitud generosa, dijo:

-Os prometí destruir a mis enemigos; y todos vosotros veis que ya nadie es enemigo mío: a todos los he hecho mis amigos.

Las Sanguijuelas

Se cuenta una historia acerca de un viajero que recorrí­a las selvas de Burma con una guí­a. Llegaron a un rí­o ancho y poco profundo, y lo vadearon hasta el otro lado. Cuando el viajero salió del rí­o, muchas sanguijuelas se habí­an prendido del torso y las piernas. Su primer instinto fue agarrarlas y quitárselas, pero el guí­a lo detuvo, advirtiéndole que si se arrancaba las sanguijuelas, estas dejarí­an pedazos finí­simos bajo la piel que luego le producirí­an infecciones.

La mejor manera de quitarse las sanguijuelas del cuerpo, aconsejó el guí­a, era bañarse en un bálsamo tibio por algunos minutos. El bálsamo penetrarí­a en las sanguijuelas y estas se soltarí­an del cuerpo del hombre.

Cuando otra persona nos ha herido en gran manera, no podemos arrancarnos la ofensa y esperar que se vaya toda amargura, rencor y sentimiento. El resentimiento aun se esconde bajo la superficie. La única manera de llegar a ser verdaderamente libre de la ofensa, y perdonar a otros, es empaparse uno en el baño tranquilizador del perdón que Dios ofrece. Cuando uno por fin comprende la amplitud del amor de Dios en Jesucristo, el perdón a otros fluye de modo natural.


La Importancia del Perdón
En un descuido, un elefante le pisó una patita a la hormiga con la que conversaba amigablemente.
- !Ay! - gritó la hormiga - !Ten cuidado donde pisas!
- !Oh! Lo siento. Perdóname - dijo el elefante.
- Con disculpas no se arreglan las cosas. Mira mi patita.
- Por favor, discúlpame. Fue sin querer - suplicó el elefante.
- !No! - gritó la hormiga - Eres un grandote torpe y no mereces mi amistad.

El elefante, fastidiado de pedir disculpas, dijo: "Bien, aquí­ termina nuestra amistad". Aplastó a la hormiga y siguió solo su camino.

Moraleja: Cuando una persona condena a otra y se niega a perdonarla, termina aplastada por el peso de su propio resentimiento.

Jesús dijo: "Nada hay fuera del hombre que entre en él, que le pueda contaminar; pero lo que sale de él, eso es lo que contamina al hombre" (Marcos 7:15).

Es cierto que pueden lastimarte, ofenderte o defraudarte, pero, si de tu corazón brotan el rencor, los deseos de venganza, los juicios de condenación, estos contaminarán tu alma. Matarán tu vida espiritual robándote la paz, la alegrí­a y la comunión con el Señor.

Si acudes a la presencia de Dios, Él sanará tu corazón quebrantado. Allí­ tendrás que decidirte a perdonar y renunciar a todo juicio que levantaste. Ese perdón es el que te sana, te liberta y restaura la comunión gozosa con Dios.

No dejes que el resentimiento te aplaste. ! Acude a los brazos de Cristo!

Milagro En El Rí­o Kwai


En la segunda guerra mundial, los soldados escoceses fueron forzados por sus captores japoneses trabajar en los rieles del ferrocarril en la selva. Por el mal trato de los japoneses, el comportamiento de los soldados escoceses habí­a degenerado a un estado bárbaro. Pero una tarde algo pasó. Se habí­a perdido una pala.

El soldado japonés encargado se enfureció y demandó que se produzca la pala o él harí­a quien sabe qué. Cuando nadie en el escuadrón se movió, el oficial sacó su pistola y amenazó matar a todos en ese momento. Fue obvio que el oficial estaba hablando en serio.

Fue cuando un hombre tomó un paso hacia el frente. El oficial guardó su pistola, tomó una pala y golpeó al hombre hasta que falleció.

Después, los sobrevivientes escoceses tomaron al hombre muerto con sí­ mismos para hacer el segundo chequeo de las herramientas. Esta vez encontraron que no se habí­a perdido la pala. La verdad es que alguien no contó bien la primera vez.

El asunto corrió por todo el campamento un hombre inocente estaba de buena voluntad el sacrificar su vida por los demás. Este incidente tuvo un efecto profundo en los escoceses. Los soldados empezaron a tratar a los demás como si fueran hermanos. Cuando los aliados victoriosos entraron, los sobrevivientes, esqueletos humanos, se pusieron en fila al frente de sus captores y, en vez de atacarles, insistieron, "No más odio. No más matanza. Lo que necesitamos ahora es el perdón".

 

Perdonar.....antes que sea tarde


Mi hermano Oscar y una chava llamada Gaby, eran súper amigos, se llevaban súper bien y se estimaban mucho. Llevaban una amistad bien padre, sin embargo surgió un pequeño desacuerdo entre ellos y se enojaron. Oscar siempre ha sido muy orgulloso, yo lo conozco bien. A Gaby parecí­a no importarle, pero de vez en cuando me preguntaba por él, se dejaron de hablar por un largo tiempo. Yo le estuve diciendo por mucho tiempo a mi hermano que le pidiera perdón, pero no me hizo caso, no me escuchó.

Pasó un mes, hasta que fui a hablar con Gaby, claro que ella tampoco querí­a pedirle perdón a Oscar, pero la hice comprender que una amistad vale mucho, muchí­simo, y que no por una tonterí­a iba a terminar. Estuve un tiempo platicando con Gaby, y me prometió que al dí­a siguiente la iba a ver en mi casa platicando con mi hermano. Me quedé súper contenta, pues por fin, todo iba a marchar como antes. Al otro dí­a Gaby no apareció por la casa, y me sentí­ decepcionada.

Al dí­a siguiente por la mañana cuando papá leí­a el periódico, le preguntó a Oscar: "¿Tú, no eras amigo de una Gabriela Rocha? Oscar contesto: "era, ¿por qué?" y cuando me acerqué a ver el periódico... me enteré de que Gaby habí­a sido violada y asesinada a media cuadra de mi casa, el dí­a que me habí­a prometido venir. Estoy segura de que vení­a a pedirle perdón a Oscar. Mi hermano no tuvo palabras qué decir aquel dí­a, faltó a la escuela, estuvo todo el dí­a encerrado en su cuarto, sin comer, sin hablar, sin dormir... Yo lloré como nunca en mi vida, creo que Oscar también, pero no dejó que nadie lo viera llorar. Por siempre lamentará la muerte de Gaby, y yo por siempre voy a recordar esta horrible experiencia en mi vida.

El pedir perdón no es sí­mbolo de debilidad, y el saber perdonar es una caracterí­stica de quien acepta al prójimo tal y como es. Hay que saber pedir perdón, y más aún, hay que saber perdonar.

Los Dos Hermanos

Si en verdad prestan mucha atencion leyendo este ,les va a llegar al corazon


No hace mucho tiempo, dos hermanos que viví­an en granjas adyacentes (o sea, sus terrenos y fincas coligaban) cayeron en un conflicto. Este fue el primer conflicto serio que tení­an en 40 años de cultivar juntos hombro a hombro, compartiendo maquinaria e intercambiando cosechas y bienes en forma continua. Nunca habí­an tenido un problema. Pero esta larga y beneficiosa colaboración terminó repentinamente.

Comenzó con un pequeño malentendido y fue creciendo hasta llegar a ser una diferencia mayor entre ellos, hasta que explotó en un intercambio de palabras amargas seguido de semanas sin hablarse Una mañana alguien llamó a la puerta de Luí­s. Al abrir la puerta, encontró a un hombre con herramientas de carpintero. "Estoy buscando trabajo por unos dí­as", dijo el extraño: "quizás usted requiera algunas pequeñas reparaciones aquí­ en su granja y yo pueda ser de ayuda en eso". - "Si", dijo el mayor de los hermanos, "Tengo un trabajo para usted. Mire al otro lado del arroyo aquella granja, ahí­ vive mi vecino, bueno, de hecho es mi hermano menor. La semana pasada habí­a una hermosa pradera entre nosotros y el tomo su tractor y desvió el cauce del arroyo para que quedara entre nosotros. Bueno, el pudo haber hecho esto para enfurecerme, pero yo le voy a hacer una mejor".

¿Ve usted aquel montón de tablas y madera junto al granero? "Quiero que me construya una cerca, una cerca de dos metros de alto, no quiero verlo nunca jamás. " El carpintero le dijo: "Creo que comprendo la situación. Muéstreme donde están los clavos y la pala para hacer los hoyos de los postes y le entregare un trabajo que lo dejara satisfecho."

El hermano mayor le ayudo al carpintero a reunir todos los materiales y dejo su finca por el resto del dí­a para ir por algunas cosas al pueblo. El carpintero trabajo duro todo el dí­a midiendo, cortando, clavando. Y ya al atardecer, cuando Luí­s regreso, el carpintero justo habí­a terminado su trabajo. El granjero quedo con los ojos completamente abiertos, no podí­a creer lo que estaba viendo. ¡No habí­a ninguna cerca de dos metros! En su lugar habí­a un puente -¡un puente que uní­a las dos granjas a través del arroyo!- Era una fina pieza de arte, con todo y barandales.

En ese momento, su hermano menor, vino desde su granja y abrazando a su hermano le dijo: "¡Eres un gran tipo Luí­s, mira que construir este hermoso puente después de lo que te he hecho y te he dicho!". Estaban en su reconciliación los dos hermanos, cuando vieron que el carpintero tomaba sus herramientas y se alejaba "¡No, espera!", le dijo Luí­s al carpintero. "Quédate unos cuantos dí­as mas. Tengo muchos proyectos para ti" "Me gustarí­a quedarme", dijo el carpintero, pero tengo muchos puentes mas que construir"

Perdonados


Un cierto rico escocés habí­a prestado en vida mucho dinero a varias personas. Siendo que era muy considerado, trabaja con cariño a sus deudores y cuando se daba cuenta de que era imposible que le pagaran, poní­a debajo de la cuenta su firma junto con las palabras: "Perdonado".

Después de su muerte, su esposa se dio cuenta que era mucho el dinero que amparaban las notas perdonadas y se dio a la tarea de cobrarlas. Tuvo que principiar juicios legales hasta que el juez; al examinar uno de estos casos le preguntó:

--Señora, ¿es esta la firma de su esposo?

--Sí­ contestó ella--, de eso no hay duda.

--Entonces dijo el Juez no hay nada que obligue a estas gentes a pagar cuando el mismo esposo de usted ha escrito la palabra "Perdonado".

Si Cristo nos ha perdonado nuestros pecados, en vano se ufana el diablo por traérnoslos a la memoria. "Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús.