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Él Transforma tu vida para para brillar






A nadie le gusta pasar por momentos malos, ni la idea de que las cosas nos salgan mal, pero es parte de nuestro desarrollo emocional y espiritual.

Para levantar una construcción se necesita ladrillo, cal, cemento y arena, ahora bien, ¿que pasaría si tratara de unir los ladrillos solo con arena? No se pegarían; ¿y si trato de unir nada mas con cal? tampoco sirve, todo caería en segundos, entonces lo lógico sería preparar los elementos con las medidas correctas para una buena y fuerte construcción, así es nuestro andar en la vida. Como dice el refrán: "Una de cal y una de arena". Muchas veces hemos pasado por momentos de alegría y otros de tristezas, esperamos que la vida sea todo de color de rosas sin espinas, pero parte de nuestro crecimiento y madurez se debe al haber experimentado golpes, lagrimas, fracasos y pérdidas.

Somos hechuras de Dios Efesios 2:10

“Vamos en aumento como la luz de la aurora”. Si nos hubiera sido todo fácil, si tuviéramos todo servido, o nos guardarían dentro de una cajita de cristal para que nadie nos lastime y no sabríamos lo que es un dolor, pues seriamos personas, casi sin sentimientos porque no pudimos experimentar una falta.

Si fuera todo lo contrario y solo recibimos golpes, maltratos, sin ningún tipo de contacto físico ni palabras de afecto, sería atroz. Se ha comprobado que en niños que fueron abandonados y criados en orfanatos donde solo se le asistía para darle de comer e higienizarlos sin contacto físico, ni abrazos, ni caricias, estos niños sufren de una enfermedad llamado marasmo (apatía profunda), cuando son adultos no saben dar ningún tipo de afecto.“No se puede dar lo que no se tiene”.

A nadie le gusta pasar por momentos malos, ni la idea de que las cosas nos salgan mal, pero es parte de nuestro desarrollo emocional y espiritual.

Quizás te preguntes: ¿Dios quiere esto para mi vida? claro que no, pero por causa de nuestra naturaleza pecaminosa es necesario que pasemos por situaciones difíciles, porque tenemos que entender y aprender a tomar lo bueno y desechar lo malo, porque es parte del proceso de cambio para ir camino a la santidad, ya que en Su Palabra dice: "Sin santidad nadie verá al Señor".

También Dios nos dice que todas las cosas negativas, toda circunstancia no grata, todo, todo nos ayuda a bien (Romanos 8:28) y así vamos creciendo y madurando y va saliendo lo mejor de nosotros, es casi como ver a una oruga en su crisálida, ésta se va transformando lentamente hasta llegar a su máximo esplendor, y sale a luz esa hermosa mariposa que estaba escondida y envuelta de algo que lo ayudó a desarrollar y fortalecer su cuerpo, su vida misma, para luego tomar el vuelo… el destino que Dios marcó. Nuestra vida está escondida en Cristo y se revela día a día en la medida en que lo buscamos.

Cuando estamos abatidos por la vida, la mejor manera, rápida y segura de salir es desatando adoración a Dios, aunque te resulte difícil, pero es cuando más debemos de alabarlo, en las pruebas.

“En el colegio te dan una lección y luego te toman prueba, la vida te da pruebas y por cada prueba una lección”

Pero lamentablemente muchas veces en los peores momentos buscamos contar una y otra vez el mismo problema a personas que no son aptas para darte la salida que necesitas, éstas son como el equipo contrario de un campeonato de ping-pong, tú le lanzas la pelotita (tu problema) y te la devuelven con más fuerzas y la vuelves a tirar, y así te pasas la vida, sin encontrar respuestas, porque eliges tener una charla horizontal y no vertical. Si en la primera aparición negativa lanzas tu problema hacia arriba donde está Dios, ésta vuelve, pero transformada en solución. Entonces no juegues al ping-pong con tu problema, arrójalo bien lejos. Todo aquello que te aplasta, todo lo que no te deja avanzar, eso que te hace retroceder, y ni siquiera para tomar impulso vayas hacia atrás, siempre mira adelante que Jesús está con los brazos abiertos esperando y disfrutando cada paso que das hacia Él.

Así como se ríe en la vida también se llora y en todo momento dale gracias a Dios, porque detrás de las lágrimas hay una gran victoria y además sacarás provecho, habrás aprendido algo nuevo, habrás logrado empatía para ponerte en el lugar de aquellos que sufren, dolor de soledad, de desprecio, serás sensible al necesitado. La sensibilidad es buena cuando fuimos sanados y si la sabemos aplicar es para ser de bendición a los demás y entonces sabrás reír con los que ríen y llorar con los que lloran y esas lágrimas no caen al vacío, sino que una a una las recoge Dios y lo cambia en alegría y danza.

Cuando leo ese versículo tan corto pero tan profundo y tocante en Juan 11:35 “Jesús lloró” me imagino a Dios Padre cuando vio a su hijo derramar lágrimas, y me digo… "Cuando veo llorar a uno de mis hijos que ya son grandes se me desgarra el corazón, los abrazo, los contengo con mi amor y secan sus lágrimas en mi ropa, cuánto más Papá Dios que entregó a su Hijo y permitió que lo crucificaran por amor a la humanidad entera, creo que al verlo pasar por esa cruz de dolor estoy segura que Él también lloró y se desgarró, así como llora contigo cada vez que estás en tristezas y te abraza, te sostiene y enjuga tus lágrimas, te da nuevas fuerzas y te dice:

"Levántate hij@ mi@ y resplandece, que tu luz ha llegado, y la gloria del Señor brilla sobre ti". (Isaías 60:1) y avanza porque Yo estoy contigo, Yo te sostengo de mis manos, nada ni nadie te puede quitar el lugar, ni lo que te pertenece, porque es tuyo, nadie te va a separar de mi amor por ti. Si hoy estás pasando una situación bien difícil, Dios interviene, porque quiere restaurarte, libertarte y sanarte y entrega en tus manos la victoria y hará de ti una nación grande. Dios hoy desata un milagro en tu vida, créelo. 



No Te Rindas No está muerto quien pelea.





Todos, en algún momento de la vida, hemos sentido que todo está perdido; que no tenemos ninguna oportunidad para salir adelante. Seguro que no falta el “amigo” que, con una falsa cara de dolor, nos diga que lo siente mucho pero que no lo intentemos, que ya no hay nada que hacer. Frente a esas situaciones tenemos dos posibilidades bien claras y definidas:
1. Nos damos por venidos y entregar todas nuestras “armas” diciendo que nada hay que hacer. Esta es una posibilidad que muchos asumen, declarándose vencidos antes de salir al último asalto. Esa opción nos deja amargados, tristes y derrotados. Es una decisión que nos deja con la pregunta interior de qué hubiera pasado si hubiéramos intentado un último esfuerzo. No es extraña este tipo de actitudes en una sociedad que predica el facilismo, la magia y teorías que invitan a alcanzar el éxito o el triunfo sin el esfuerzo necesario. Es fácil tomar la decisión de dejarse vencer por la situación, pero es difícil aceptar las consecuencias que se derivan después.

2. Dar la batalla con todas las fuerzas y luchar con la seguridad que todo se puede revertir y que toda adversidad se puede vencer. Para ello hay que prepararse, elegir la mejor estrategia y luchar con todas las fuerzas. Es la decisión de ir a la batalla a dar lo mejor. Por supuesto que estamos arriesgándonos, porque uno va a la pelea sabiendo que es posible que salgamos derrotados; pero y qué, igual perderemos si no lo intentamos. Pero hay una diferencia entre estos que nos se mueren hasta que se mueren, y los que no pierden los partidos hasta que se acaban.

Te propongo que no te desanimes frente a las adversidades, que no creas que ya estás perdido, que seas capaz de ceñirte como un valiente y enfrentar esa adversidad –por muy difícil que parezca- con la certeza de que vas a vencer. Puedes darte por vencido, puedes tirar la toalla pero, insisto, hay diferencias entre perder sin intentarlo o perder dando la batalla. Por eso saca fuerzas de desde dentro y date cuenta que puedes hacer lo mejor. Creo que debes trabajar sobre tres confianzas fundamentales para toda batalla:
1. Confía en ti mismo, para ello debes tener claro que eres una persona con las aptitudes que se requieren para la batalla, sabiendo que Dios ha puesto en tu corazón muchos talentos que no puedes despreciar. Esa confianza en ti se debe manifestar en una actitud decidida y constante.

2. También hay que confiar en aquellos con quienes hago equipo. Siempre necesitamos ayuda y es necesario creerle al otro. Saber que igual que yo, los que me rodean tienen valores, aportan cosas importantes, son talentosos. En la vida no sólo basta con lo que hago, siempre necesito un aporte más que yo mismo no puedo dar. Y en mi equipo hay quienes tienen esa ayuda oportuna que requiero.

3. Y, claro, una confianza plena y total en Dios. Él es el Dueño de la vida, y nos da su ayuda siempre. Ayuda que implica nuestro esfuerzo y no es mágica. Estoy seguro de que con esas confianzas y un plan de trabajo inteligente y real, podremos revertir todas las situaciones difíciles que tenemos; y si no tendremos la satisfacción de haber dado todo, esto no nos quita el dolor de la derrota, pero nos da un fresquito que nos hace sentir mejor.

Eso fue lo que les dije a los jugadores de Junior el martes antes del partido. Ellos, que son auténticos guerreros, lo creyeron e hicieron de ese partido una experiencia de triunfo que los junioristas no van a olvidar pues forma parte de las leyendas que tendrán para contar a sus hijos. Ahora no toca a nosotros mostrar que también podemos dar la batalla y ganarla; de tal manera que podamos sonreír. Creo en ti y estoy seguro que puedes hacer lo mejor. Ánimo.



El Dios de la victoria, que está contigo en las derrotas






Saber presente a Dios en nuestra historia cuando las dificultades arrecian y la vida está complicada hasta el punto de parecer que no tiene sentido es muy difícil. ¿Cómo creer que Él nos protege y nos cuida pero nos está yendo mal y estamos siendo derrotados?, ¿cómo creer que me ama si estoy postrado enfermo en una cama?, ¿cómo creer que es bueno si los buenos sufren y los malos ganan? Así se lo dice Gedeón cuando el ángel del Señor le dice Dios está contigo: ¡El Señor está contigo, guerrero valiente! —Pero, señor —replicó Gedeón—, si el Señor está con nosotros, ¿cómo es que nos sucede todo esto? ¿Dónde están todas las maravillas que nos contaban nuestros padres, cuando decían: “¡El Señor nos sacó de Egipto!”? ¡La verdad es que el Señor nos ha desamparado y nos ha entregado en manos de Madián! (Jueves 6,12-13) Tiene razón Gedeón ¿cómo así que Dios está con nosotros y nos está yendo así de mal? ¿Cómo es que nos ama? Parece lógica la conclusión de este juez de Israel: Dios nos ha desamparado. En los actuales momentos, alguno dirá: definitivamente Dios no existe. Esta es una de las tentaciones más fuertes que tiene el hombre: creer que la prosperidad, la fama, el poder, la estupenda salud, son garantías de la presencia de Dios o que su ausencia es signo de su abandono. Como si a Dios se le midiera en esas experiencias materiales. Dios tienes que ser mucho más que eso. Dios está presente en todos los momentos de la vida y lo está para que seamos felices. La única manera de creer en Dios es ser capaz de trascender a las situaciones inmediatas que se viven. Si nos quedamos en ellas, te aseguro que creer no va a ser posible. Es necesario que ubiquemos la situación en un proyecto mayor, que es nuestra historia de salvación, y que entendamos que debe tener un sentido y una razón en ese proyecto. No podemos mirar sólo las situaciones difíciles, sino que debemos pensar en perspectiva. Si no le encontramos el sentido a esa situación que estamos viviendo, seguro nos va a hacer sufrir más de lo debido y muy probablemente viviremos una crisis de fe innecesaria. ¿En qué me hace crecer esta situación? ¿Qué valores se están fortaleciendo en esta batalla? Creo que esas preguntas te ayudan a comprender el sentido de esas situaciones. No creo que se trate de sufrir por sufrir. Eso implicaría un Dios cruel que no es aquel que se nos ha revelado en la Palabra. “Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que le aman…”. (Romanos 8,28). Tenemos que estar seguros de que si estamos metidos en una situación tan difícil es porque algo hay que aprender. No creo que sea enteramente casual. También es posible que algo hayamos hecho para estar en esa situación, muchos de esos problemas nos los buscamos. O puede que se trate de nuestra condición humana –somos de barro y no de acero- y por eso nos enfermamos y tenemos que lidiar con la posibilidad de la muerte física. Para ello necesitamos aprender a confiar en que Dios nunca nos abandona y a tener una buena experiencia de oración. Estoy seguro de que no hay mejor actitud en éstas situaciones difíciles que luchar con todo y confiar en el Señor que todo lo puede. Me gusta meditar lo que el ángel del Señor le responde a Gedéon ante su duda, no entra en una discusión filosófico-teológica sobre Dios y dsus manifestaciones sino que le dice: El Señor lo encaró y le dijo: —Ve con la fuerza que tienes, y salvarás a Israel del poder de Madián. Yo soy quien te envía. (Jueces 6,14). Sí claro, ten la certeza que Él te ha enviado y sal a luchar. No te quejes más. No te regodees en el dolor. No busques ser víctima. Tienes la fuerza de Dios en tu corazón, sal a luchar, a vencer y a dar lo mejor de ti. Estoy seguro de que lo lograrás, como lo logro Gedeón quien derrotó a los Madianitas.



PASAJES BIBLICOS PARA VENCER LA TENTACION






1 Corintios 10:13  No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.

Mateo 5:27-30
27 Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio.28 Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.29 Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.30 Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.

1 Pedro 2:11  Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma,

Romanos 8:13  porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis.

Romanos 6:12   reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias;

 1 Corintios 6:13  Las viandas para el vientre, y el vientre para las viandas; pero tanto al uno como a las otras destruirá Dios. Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo.

 Gálatas 5:17  Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.