Si quieres ser prosperado, bendecido y un discípulo de Jesús de verdad, es muy importante que involucres a Dios en tus finanzas desde el principio (no recien cuando estas en problemas económicas) y que te hagas cargo de tus finanzas a la manera que se enseña en la Biblia.
¿Y cómo se hace esto? Lee los articulos que se ha tomado de "la Palabra para hoy" y aprende a vivir en la voluntad de Dios también en este aspecto de tu vida.
Para empezar,
"...PARA QUE SEÁIS RICOS EN TODO PARA TODA GENEROSIDAD..." (2 Corintios 9:11)
Deja que Dios se involucre en tus finanzas, y mantenle involucrado. Tus finanzas son un área donde puedes experimentar una relación interactiva con Él, pero tienes que invitarle. Tal vez, nunca habrás escuchado a alguien orar así: "Señor, mientras seguía mis propios planes, he retenido de Ti muchas cosas durante todos estos años, y como resultado, estoy metido en este lío económico. Pero todavía pienso que mi plan puede funcionar, por lo que sigo haciendo las cosas a mi manera, y Tú puedes ir a ayudar a otro". ¡No! Cuando tocamos fondo, todos queremos implicar a Dios en nuestras finanzas, así que, empezamos a concentrarnos en cómo persuadirle para que venga a rescatarnos. Llegados a este punto, nuestra oración se convierte en un S.O.S.: "¡Ayúdame, Señor! ¡Mándame algo de dinero! ¡Por favor, haz algo! ¡Cualquier cosa!". Ahí viene el momento en el que estamos dispuestos a reconocer que Dios lo controla todo. De pronto ya no nos avergonzamos de pedirle que haga lo que siempre hemos sabido que es capaz de hacer: poner algún dinero por aquí o aliviarnos de alguna presión financiera por allí.
Entonces, ¿qué es lo que te impide pedir al Señor que se involucre ahora, antes de que toques fondo? ¿No es lógico que te pongas en una posición en la que puedas recibir su intervención tan pronto y tan a menudo como sea posible? Pablo escribió: "El que da semilla al que siembra [y no al acaparador], multiplicará tu sementera [para que pueda sembrar más]; será rico en todo para toda generosidad" (lee 2 Corintios 9:10-11). Algo sucede cuando le ofreces tus cosas a Dios, ¡y es que Él te ofrece las suyas a ti!
Hazte cargo de tus finanzas
"PAGAD A TODOS LO QUE DEBÉIS... NO DEBÁIS A NADIE NADA..." (Romanos 13:7-8)
El hecho es que los creyentes han acumulado deudas sin tener ningún plan financiero responsable, por lo que se están arruinando a causa de los intereses... ¿Te describe esto a ti? Aunque la Biblia dice: "Alborota su casa el codicioso..." (Proverbios 15:27), pensamos: '¿Para qué esperar más y ahorrar cuando la tarjeta de crédito me permite disfrutar lo que quiero hoy mismo?'. Así que, acabamos comprando cosas que no necesitamos con dinero que no tenemos para impresionar a personas que no tienen interés en nosotros. Y porque la renta que pagamos por las tarjetas de crédito es alta, en vez de recoger una cosecha de semillas que hemos plantado, terminamos debiendo "dos espigas" por cada "dos semillas" prestadas...
Cuando tus gastos exceden tus ingresos, los costes de mantenimiento acaban siendo tu perdición. Por eso, Pablo dijo: "Pagad a todos lo que debéis... No debáis a nadie nada..." (Ro. 13:7-8). Es irresponsable comprar cosas que no necesitas y que te puedes permitir cuando tienes facturas pendientes de pago y nada ahorrado para el futuro. La libertad para decidir tu destino esá determinada por lo que debes, no por lo que ganas. Tener que trabajar años enteros para pagar tus deudas limita severamente tus opciones. Por lo tanto, define tu estilo de vida, teniendo en cuenta tus ingresos actuales y no los que te gustaría que fueran. Y si obtienes un aumento de sueldo, no gastes más de forma automática. Usa el crédito con sabiduría y procura que no "se te suba a la cabeza". Salomón dijo: "Examina la senda que siguen tus pies... No te desvíes..." (Prov. 4:26-27). Establece un presupuesto mensual, respetalo, y si obtienes "semillas" extras, "siémbralas" para recoger futuras "cosechas".
"EL QUE SIEMBRA GENEROSAMENTE, GENEROSAMENTE TAMBIÉN SEGARÁ"" (2 Corintios 9:6b)
La manera más segura de controlar tus finanzas es con un presupuesto. ¡Pruébalo! Te sorprenderá saber a dónde va tu dinero mensualmente. Y como tus hábitos de consumo reflejan tus verdades prioridades, "abróchate el cinturón" y prepárate para unas noticias sorprendentes.
Primero: El 10% de tus ingresos le pertenece al Señor. ¡Fin de la cuestión!: "Traed... los diezmos al alfolí y... os abro las ventanas de los Cielos y derramo sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde" (Malaquías 3:20). Y El quiere que le pagues lo que le debes con alegría, no de mala gana o como si estuvieras cerrando un trato.
Pablo dijo que el que "siembra" generosamente, "...generosamente también segará. Cada uno dé... no con tristeza..., porque Dios ama al dador alegre. ...a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo necesario, abundéis para toda buena obra..." (2 Corintios 9:6b-7,8b). Cuando das al Señor, te haces "socio" con Él;
Segundo: Si quieres garantizar un futuro seguro con opciones, discíplinate a invertir un porcentaje de tus ingresos en ahorros. No te preocupes si es una cantidad pequeña, pero considéralo una prioridad. Si no lo haces, los gastarás en otras cosas y nunca podrás alcanzar tus planes a largo plazo, como estudios, jubilación o ayudar en la obra del Señor;
Tercero: Después de diezmar a Dios y ahorrar para el futuro, esfuérzate por pagar todas las demás obligaciones financieras. Quítate la mentalidad de "pagar solamente el mínimo" con tarjetas de crédito. Al no pagar la totalidad de tu deuda mensual, acabas gastando mucho más dinero de lo que deberías. Intenta por todos los medios pagar tus deudas pendientes, aunque durante cierto tiempo tengas que "estirarte" y privarte de algunas cosas; a la larga, si haces las cosas así, tendrás una gran ventaja.
"EL QUE MIRA CON MISERICORDIA SERÁ BENDITO..." (Proverbios 22:9)
Malgastamos mucho tiempo discutiendo sobre la pobreza y la riqueza, estableciendo parámetros para juzgar el nivel espiritual de la gente basado en su estilo de vida o en cómo se alinea a nuestra interpretación de los "estándares bíblicos". En el Nuevo Testamento, Jesús honró a una viuda por dar sus dos últimas monedas. Él dijo: "...todos han echado de lo que les sobra, pero ésta,... echó todo lo que tenía..." (Marcos 12:44). Por otra parte, Bernabé "...vendió una heredad que tenía y trajo el producto de la venta y lo puso a los pies de los apóstoles" (Hechos 4:37); “...a todo aquél a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará” (Lucas 12:48b). Cuantas más bendiciones hayas recibido de Dios, más responsabilidad te pedirá Él por cómo haces uso de ellas. Durante la ofrenda, un pastor dijo a sus feligreses que tomaran la cartera de la persona que estaba en frente. “Ahora bien”, dijo, “Ábranla y den tanto como ustedes siempre quisieron dar pero que sintieron que no se lo pudieron permitir”... Salomón dijo: “...el justo da sin retener su mano” (Proverbios 21:26b), y aunque puedas tener menos para dar que tu vecino, todos estamos llamados a mostrar la misma generosidad y el mismo sacrificio leal.
¿No es curioso como a veces vas a cenar a casa de alguien que no tiene mucho y, sin embargo, cuando sales de su casa, te sientes como un rey por la hospitalidad que acabas de recibir? Es porque la esencia de la generosidad es la dedicación personal. El Señor confía un incremento económico a las personas que no están controlados por el amor al dinero. Su Palabra dice: “El alma generosa será prosperada: el que sacie a otros, también él será saciado” (Proverbios 11:25). Quedarás sorprendido de lo que Dios hará en tu vida si eres generoso con tus recursos económicos.
Cuando se trata de dinero
"...DE LO RECIBIDO DE TU MANO TE DAMOS" (1 Crónicas 29:14b)
Cuando se trata de dinero, recuerda siempre estas tres cosas:
(1) Dios es el Dueño de todo. Puede que tu nombre está escrito en la cuenta, pero no te equivoques. Escucha: "...todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos". De manera que, cuando el Señor te dice que des cierta cantidad a una causa en particular, no digas: "Lo pensaré", porque hay una bendición esperándote detrás de cada acto de obediencia. Dios dice: "¡Ojalá siempre tuvieran tal corazón, que... guardaran todos los días todos mis mandamientos, para que a ellos... les fuera bien..." (Deuteronomio 5:29). ¿Quieres que te vayan bien las cosas? Entonces, haz lo que el Señor te dice;
(2) Dios es tu Fuente. ¡Recuerda que de Él vino cada cosa buena que tienes! Está bien que disfrutes de tu dinero, pero no confíes en él. Pablo dijo: "...no... pongan la esperanza en las riquezas..., sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia" (l Timoteo 6:17b);
(3) Cualquier decisión económica es una decisión espiritual. Tu talonario de cheques refleja tus valores y prioridades. Así que, ¿qué dice el tuyo? Cuando se trató de dar, los creyentes de Macedonia fueron todo un ejemplo. Escucha: "...han dado conforme a sus fuerzas, y aun más allá de sus fuerzas... a sí mismos se dieron primeramente al Señor y luego a nosotros por la voluntad de Dios..." (2 Corintios 3b,5b). Cuando el Señor tiene acceso a tu corazón, Él tendrá acceso a tus finanzas también. La verdadera libertad económica llega cuando el dar ya no amenaza tu seguridad, porque ¡sabes que Dios es el Proveedor de cada una de tus necesidades!
Publicado en "La Palabra Para Hoy", escrito por Bob y Debbie Gass, con la colaboración de Ruth Gass Halliday