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Se Agradecido por Siempre.







Versículos bíblicos que hablan sobre la gratitud



1. Atentos a la bondad y el amor de Dios


Un corazón agradecido está lleno de alabanza a Dios, sobre todo ante la realidad de su amor eterno. Dios no es como los seres humanos que hoy amamos y mañana olvidamos. El amor de Dios es incondicional y dura para siempre. No importa cuántas veces le fallemos él continúa fiel, amándonos y dispuesto a perdonar. ¿Cómo no vamos a estar agradecidos ante un amor así? Mantengámonos alertas, no dejemos escapar la oportunidad de agradecerle por esos detalles de amor que él nos da cada día.

2. Expresemos nuestra gratitud


Entren por sus puertas con acción de gracias; vengan a sus atrios con himnos de alabanza; denle gracias, alaben su nombre.
(Salmo 100:4)

La gratitud a Dios no tiene por qué ser algo privado entre él y nosotros. Es importante expresarla ante los demás y, sobre todo, cuando nos reunimos con nuestros hermanos en la fe. Es un privilegio poder ir al templo para alabar a Dios juntos y compartir lo que él hace en nuestras vidas. Nuestros testimonios y expresiones de gracias a Dios pueden ser de ánimo y edificación para otros. No seamos tímidos al expresarle a Dios nuestro amor y nuestro agradecimiento por sus infinitas bondades.

3. Pongamos nuestra confianza en Dios


Debemos dar gracias a Dios porque él nos da la fuerza que necesitamos en medio de cualquier circunstancia. Dios es también nuestro escudo protector frente a las agresiones del enemigo. Es posible que nunca sepamos con certeza de cuántos males Dios nos ha librado.

No estamos solos en medio de las dificultades, Dios está siempre a nuestro lado ayudándonos y fortaleciéndonos. El hecho de recordar que su presencia está siempre con nosotros debe alentarnos y llenar nuestros corazones de gozo.


4. Mantengámonos firmes en su paz


No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.
(Filipenses 4:6-7)

Hay muchas circunstancias de la vida que pueden causarnos ansiedad: una enfermedad, problemas familiares, situaciones financieras... Sin embargo, nuestra mirada no debe estar puesta en las circunstancias sino en Jesús y su poder para transformarlas. Podemos llevarle nuestras peticiones y agradecerle pues hasta aquí nos ha ayudado y sabemos que seguirá haciéndolo.

Agradecemos en confianza pues Dios tiene cuidado de nosotros (1 Pedro 5:7). Ese conocimiento llena nuestro corazón de paz y afirma nuestra fe. Nuestros pensamientos cambian cuando nos enfocamos en el poder de Dios y no en nuestros problemas y su paz fluye libremente ayudándonos a ver las cosas desde la perspectiva divina.


5. Recordemos que Dios ya nos ha bendecido


El corazón de Dios se alegra cuando le alabamos y le agradecemos por todas sus bendiciones. No hay nadie más generoso que Dios, él nos ha dado todo lo que concierne a la vida y a la piedad (2 Pedro 1:3) y nuestra gratitud no debería cesar jamás.

Bendecimos y exaltamos a Dios cuando reconocemos todo lo que él nos ha concedido a través de Cristo. Es en él en quien tenemos salvación y por su gracia hemos recibido los dones espirituales que él concede a todos los que le reciben como Señor y Salvador.

Recibe ánimo y agradece a Dios por todas sus bondades.

6. Reconozcamos lo que Dios nos da
Toda buena dádiva y todo don perfecto descienden de lo alto, donde está el Padre que creó las lumbreras celestes, y que no cambia como los astros ni se mueve como las sombras.
(Santiago 1:17)

Los días pasan y no nos detenemos a pensar la gran bendición que es poder respirar, ver, oír, caminar, hablar... Son tantas las cosas que hacemos automáticamente porque somos seres humanos y somos así. Pero es a Dios a quien le place darnos salud, familia, amigos, la salvación por medio de Jesús, y todo lo bueno que hay en nuestras vidas. No permitamos que el trajín diario y los problemas que se presentan nos impidan tener un corazón agradecido que reconoce todas las bendiciones que forman parte de nuestras vidas.


7. Agradecidos por nuestra salvación


El mejor regalo que hemos recibido jamás es la salvación de nuestras almas. Dios ya nos la concedió a través de la muerte de Jesús en la cruz. Él pagó el precio por nuestros pecados y gracias a su sacrificio hemos sido perdonados y reconciliados con Dios (Romanos 5:1-2). Aceptemos su regalo por fe y permitamos que Dios nos transforme cada día más conforme a su imagen. No olvidemos nunca darle las gracias al Padre por la vida eterna que nos ha dado en Cristo.

Alegra tu corazón al recordar algunas de las bendiciones que recibimos por fe.


8. Representamos a Cristo


Y todo lo que hagan, de palabra o de obra, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios el Padre por medio de él.
(Colosenses 3:17)

Hay una gran diferencia entre hacer las cosas por obligación y hacerlas motivados por un corazón agradecido que busca honrar y agradar a Dios. No solo es más agradable para los que nos rodean sino que nosotros mismos nos beneficiamos en salud física y espiritual.

Hacer todo en el nombre de Jesús quiere decir que somos sus representantes ante aquellos con los que nos relacionamos a diario. Si ellos ven a Jesús en mí, si los trato como él desea y lo hago de corazón, no a regañadientes, lo glorifico a él y actúo desde un corazón transformado y lleno de amor.


9. Gratitud aun en medio de dificultades


Como hijos de Dios siempre logramos encontrar algo por lo cual agradecer a Dios aun en medio de situaciones que nos duelen o desconciertan. Sabemos que todo obra para bien para los que amamos a Dios (Romanos 8:28) y seguimos adelante confiados. No es que neguemos nuestro dolor sino que en medio de ese dolor experimentamos su paz y sabemos que él tiene un propósito.

A veces, al mirar atrás, vemos que fue precisamente en los momentos más dolorosos o difíciles en los que experimentamos el poder y la cercanía de Dios con más claridad. Mantengamos nuestro espíritu atento a la presencia y la bondad de Dios y no dejemos de darle las gracias.


10. Ahora pertenecemos al reino de la luz


Así perseverarán con paciencia en toda situación, dando gracias con alegría al Padre. Él los ha facultado para participar de la herencia de los santos en el reino de la luz. Él nos libró del dominio de la oscuridad y nos trasladó al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención, el perdón de pecados.
(Colosenses 1:11 b-14)

La gratitud nos ayuda a perseverar y nos permite recordar quiénes somos en Jesús. Gracias a la obra de Cristo pertenecemos al reino de la luz, esa es nuestra herencia desde el mismo momento en que rendimos el corazón ante Jesús y le recibimos como Salvador.

La oscuridad, con toda su opresión, ya no tiene poder sobre nosotros. Hemos sido redimidos por medio de Jesús y su luz alumbra nuestro camino en cada situación. Dios nos ayuda y nos guía para actuar de acuerdo con el carácter y la voluntad de Dios. ¡Tenemos el mejor Consejero! Echemos mano de todo lo que Cristo ya ganó para nosotros y vivamos la vida victoriosa que nace de un corazón perdonado y lleno de gratitud.