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Palabras de Animo - Los Momentos Difíciles No Son Eternos








Cuando todo salga mal y ya intentaste todas las alternativas, no te desesperes… Dios proveerá de una solución.
EL ES UN DIOS FIEL Y TE GUARDARÁ DE TODO MAL.
¡Los momentos difíciles no son eternos!
Son como tempestades, sólo duran un momento.
Mira hacia atrás y ve cuantas cosas peores ya pasaste y superaste.
Marcos 4:39 – 40
Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: ¡Cálmate, sosiégate! Y el viento cesó, y sobrevino una gran calma.
Entonces les dijo: ¿Por qué estáis amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?
Salmos 65:7
el que calma el rugido de los mares, el estruendo de las olas, y el tumulto de los pueblos.
Salmos 89:9
Tú dominas la soberbia del mar; cuando sus olas se levantan, tú las calmas.
Salmos 107:29
Cambió la tempestad en calma y las olas del mar callaron.
Mateo 8:26
Y El les dijo: ¿Por qué estáis amedrentados, hombres de poca fe? Entonces se levantó, reprendió a los vientos y al mar, y sobrevino una gran calma.
Lucas 8:25
Y El les dijo: ¿Dónde está vuestra fe? Pero ellos estaban atemorizados y asombrados, diciéndose unos a otros: ¿Quién, pues, es éste que aun a los vientos y al agua manda y le obedecen?



CONSEJOS DE DIOS PARA EL AMOR Y MATRIMONIO- Disfruta de tu matrimonio











"HONROSO SEA EN TODOS EL MATRIMONIO, Y EL LECHO SIN MANCILLA..." (Hebreos 13:4)
Durante el desayuno, una mujer le preguntó a su marido: "Si yo muero, ¿te volverás a casar?". "Probablemente", respondió el marido. "¿Viviría ella en nuestra casa, dormiría en nuestra cama y usaría mi equipo de golf?". "No" respondió él, "¡ella es zurda!". El amor puede ser ciego, ¡pero el matrimonio realmente te abre los ojos! De hecho, hay momentos en cada matrimonio en los que tienes que "apretar los dientes", pedir paciencia, y recordar tu compromiso delante de Dios. Sin embargo, hay muchas razones para disfrutar de tu matrimonio. Aquí tienes cinco:
(1) "Afiliación" exclusiva. Cuando "honr(oso)as el matrimonio, y el lecho sin mancilla..." (Hebreos 13:4), disfrutas de todos los privilegios de un "club" de sólo dos miembros. Piensa por un momento: ¿Quién conoce tus gustos, desagrados, alegrías y penas mejor que tu pareja? Esto es lo que os mantiene juntos.
(2) Doble enriquecimiento. Dios dijo: "Goza de la vida con la mujer [¡o el hombre!] que amas..." (Eclesiastés 9:9). Recapacita: ¿para qué sirve el éxito si no tienes a nadie con quien compartirlo?
(3) Fuerza en la unión. Recuerda: "A uno que prevalece contra otro, dos lo resisten..." (Eclesiastés 4:12). Dos personas en una relación sólida: "Mejor son dos que uno..." (Eclesiastés 4:9).
(4) Alguien en quien apoyarte. La Biblia dice: "...si [alguien] cae(n), el uno levantará a su compañero..." (Eclesiastés 4:10). En un buen matrimonio, cuando uno de los dos está cansado por la lucha diaria, el otro puede sustituirle temporalmente.
(5) Un objetivo más alto. El matrimonio no tiene que ver sólo con el final de la soledad; desde la perspectiva de Dios también es ser un ejemplo al mundo del amor que Él tiene por su pueblo. Así que, ¡disfruta de tu matrimonio!
Publicados en "La Palabra Para Hoy", escrito por Bob y Debbie Gass, con la colaboración de Ruth Gass Halliday


Consejos para el matrimonio



Consejos para el matrimonio





Manteniendo las “líneas” abiertas

“EL AMOR... TODO LO ESPERA...” (1 Corintios 13:4,7b)
Cualquier buen consejero te diría que el matrimonio es un proceso de ajuste a cosas que son imposibles prever. Y una buena comunicación es crucial. Es muy importante:
(1) Hablarte a ti mismo antes de hablar con tu cónyuge. Antes de sacar el “lanzallamas”, pregúntate a ti mismo si el miedo, el estrés o la preocupación es el causante de la reacción de tu pareja. ¿De veras ha tratado de herirte deliberadamente? ¿Te molesta más que antes porque te sientes inseguro/a o despreciado/a? ¿No podría ser que estés malinterpretando o exagerando el problema? Si identificas tus sentimientos, eso te ayudará a comunicarte con más calma y con más claridad;
(2) Reajusta tus expectativas. Tenemos el derecho a esperar que nuestro/a esposo/a nos ame, nos respete y nos sea fiel. Pero algunas otras expectativas son irreales, por ejemplo: esperar que él/ella haga ciertas cosas que tú nunca hiciste. Pablo dijo: “el amor... todo lo espera...” (1 Corintios 13:4,7b);
(3) Sé honesto referente a cuestiones de confianza. Es mejor ser sincero que dejar que las cosas se acumulen. No es malo admitir que algunos días estás más apurado/a que otros. Por ejemplo, el Dr. Gary Oliver dijo: “Si una mujer está preocupada cada vez que su marido llega tarde a casa por temer que haya tenido una aventura amorosa, está bien decir: ‘Sé que es absurdo, pero es que estoy pasando un mal día’”. Esta clase de honestidad fortalecerá vuestra relación.
Chuck Swindoll escribió: “Aunque estés realmente comprometido con tu cónyuge, habrá momentos de tensión, lágrimas, miedos, peleas, desacuerdos e impaciencia, pero la buena noticia es: con Cristo viviendo en ti y la Biblia como tu consejera, ningún conflicto quedará sin tener solución”. Los matrimonios enfrentan desafíos únicos que a veces implican revisar lo que no funciona para poder descubrir lo que sí funciona. Aquí tienes tres consejos para la construcción de un buen matrimonio:
(1) Nunca recurras a las amenazas. La palabra ‘divorcio’ puede surgir inesperadamente; no la uses. De hecho, ¡ni la pienses! Las amenazas sólo consiguen que tu pareja se sienta insegura y se ponga a la defensiva. Como resultado, no te puede prestar atención y, al final, no se resuelve nada. Jesús dijo: “...de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta...” (Mateo 12:36). Así que antes de que “te vayas de la lengua”, considera las consecuencias. Tómate un tiempo para calmarte y para pensar con cordura;
(2) Abandona la carga de contactos anteriores. Pablo dijo: “El amor... todo lo cree, todo lo espera...” (1 Corintios 13:4,7b). No está bien “poner a prueba” a tu esposo/a una y otra vez; deja los “muertos enterrados”. No asumas que los problemas que tenías en otras relaciones van a repetirse, porque no lo harán si eres comunicativo y estás madurando;
(3) Usa tus palabras de manera suave y dulce, porque quizás tengas que “comértelas”. Cada vez que pienses algo agradable de tu cónyuge, díselo. Y si es recíproco, acéptalo con agrado. Recuerda, las palabras mordaces ocasionan heridas que ni el mejor médico del mundo puede curar, pero la “...respuesta suave aplaca la ira...” (Proverbios 15:1).