La vida de toda persona sin Jesucristo en el corazón se encamina a permanentes estados de frustración. ¿Cuál es la razón? Todos sus propósitos de cambio terminan en fracaso. Los esfuerzos por lograr crecimiento personal y espiritual se orientan a ka derrota porque siempre estará latente la condición humana de pecado. ¿Le ha ocurrido alguna vez? Si es así, le invitamos para que considere nuevos niveles de crecimiento tanto personal como espiritual, mediante una dependencia permanente del obrar del Señor Jesucristo en su vida.
I. EL HOMBRE ARRASTRA LAS CONSECUENCIAS DE SU MALDAD (vv.10-12)
1. El pecado se desarrolla en el marco de la ley de causa y efecto. Si pecamos, enfrentamos las consecuencias (Romanos 5:12; 6:23)
2. Los seres humanos respondemos ante el prójimo y ante Dios, por nuestras acciones (Job 11:10)
a. Dios conoce nuestras acciones más escondidas, que pasan desapercibidas para los demás (v. 11 a)
b. Delante de Dios nuestras acciones de maldad nos hacen blanco de su justo juicio (v. 11 b)
3. Sólo la intervención divina permite que en nuestro ser se produzca una transformación, que se refleja en la forma de pensar y de actuar (v. 129)
a. No es por la fuerza de voluntad ni por las buenas intenciones.
b. En nuestras fuerzas, siempre caeremos en la derrota y el fracaso en el propósito de cambio.
II. EL CAMBIO COMIENZA CON UNA DETERMINACIÓN DE SOMETIMIENTO A DIOS (vv. 13, 14)
1. El primer paso es disponernos de corazón hacia el cambio con ayuda de Dios (v. 13 a)
a. Reconocer que hemos fracasado en otros intentos.
b. Reconocer que en nuestras fuerzas no es posible.
2. El segundo paso es someternos de corazón al obrar de Dios (v. 13 b)
a. En el proceso de cambio con ayuda de Dios, es necesario renunciar al pecado, en cualquiera de sus manifestaciones (v. 14 a)
b. Solo usted y yo—tomados de la mano de Dios—nos apartamos de la iniquidad. Nadie puede obligarnos (v. 14 b)
III. CON EL PODER DE DIOS EXPERIMENTAMOS UN CAMBIO DE VIDA PERSONAL Y ESPIRITUAL (vv. 15-20)
1. Si cambiamos en el poder de Dios, tendremos tranquilidad y limpieza en nuestra conciencia (v. 15 a9)
a. Estaremos fortalecidos frente a cualquier adversidad (v. 15 a)
b. Alejaremos de nuestra vida el temor (v. 15 b)
2. El pasado de pecado no volverá a atormentarnos porque gracias a la obra del Espíritu Santo somos perdonados (v. 16)
3. El panorama presente y futuro, que antes lucía ensombrecido, lo miraremos con esperanza (v. 17)
a. Nuevamente tendremos confianza en el mañana (v. 18 a)
b. Confiaremos que nuestros días serán de victoria siempre (v. 18 b)
4. Nuestro testimonio de vida, de hombres y mujeres moviéndose victoriosamente tomados de la mano de Dios, será evidente a todos (v. 199.
Conclusión:
Cuando sometemos nuestra vida al obrar de Dios, todo el pasado de frustración y pena queda atrás. Aquellos factores que propiciaban nuestra derrota en lo personal y espiritual, son transformados. En adelante nos movemos –no en nuestras fuerzas, sino en las de Dios--. El panorama cambia diametralmente. Por eso cabe aquí una pregunta decisiva para su vida: ¿Está dispuesto a recibir al Señor Jesucristo como Señor y Salvador? Recíbalo hoy y experimentará el cambio que tanto anhela en su vida.