“El indicador fundamental de un hombre, no es donde se encuentra en momentos de comodidad y conveniencia; sino dónde se encuentra en tiempos de desafío y controversia”
Martin Luther King, Jr.
Me encanta la historia de Eric Liddle, quien nació en China hijo de padres escoceses misioneros en ese país. Cuando tenía 6 años, fue enviado con su hermano Rob a Inglaterra, para educarse allí viviendo en una casa especial para hijos de misioneros.
Eric mostró dotes para el deporte desde muy joven. Su fuerte era correr, y fue seleccionado para correr en los Juegos Olímpicos de Paris en 1924. Toda la historia real que rodea esto, es realmente preciosa, y está recogida en la mítica y deliciosa película Carros de Fuego.
Eric no quiso competir el día que tenía que hacerlo, era Domingo, y creía fervientemente que ese es un día exclusivamente para adorar a Dios y descansar. Dijo ¡NO! Y se la jugó por su Señor. Pero Dios movió los hilos de tal modo, que ganó el record olímpico de 400 metros.
Esta historia es bien conocida por todos y, lo que es a mi, me renueva las fuerzas una y otra vez cuando tengo que enfrentar desafíos difíciles que me pone mi Señor por delante. Lo que tal vez no sea tan conocido, es el hecho de que un año antes, Dios le presentó un reto muy difícil para él, le pidieron que les hablara de su fe en Cristo a los trabajadores de una mina de carbón. Cuando recordaba esto, Liddle dijo lo siguiente:
“Toda mi vida me había mantenido alejado de las actividades en público, pero ahora el Señor parecía estar guiándome en la dirección contraría, y me acobardaba pasar al frente para hablar. En esta ocasión, decidí entregar todo en manos de Cristo. Al fin y al cabo, Él me había llamado a hacerlo; así que, me proveería de toda la fortaleza necesaria. Cuando me dispuse a obedecer, se me concedió el poder para hacerlo”.
Al día siguiente de aceptar hablar públicamente de su fe, Eric recibió una carta de su hermana Jenny, que estaba en China; aquella carta había sido escrita unas semanas antes, y terminaba con el precioso texto de las Escrituras.
“No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo. Siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”
Isaías 41: 10.
Estamos hablando de un año antes de lo que sucedería en los Juegos Olímpicos. Dios le estaba poniendo frente a retos y dificultades muy duros; pero lo estaba preparando para ello.
En estos momentos me estoy acordando de Daniel cuando se negó a comer la comida del rey, también dijo ¡NO! Y fue bendecido y honrado por Dios.
¿Y que me decís de Hadassah? Un reto bien costoso y difícil su decisión, pero las lapidarias palabras… “Y si perezco que perezca…” vienen demasiadas veces a mi corazón.
¿Y José escapando de la mujer de Potifar? Terminó acusado injustamente, en la cárcel… Pero Dios le honró de un modo maravilloso.
En distintas ocasiones de nuestra vida, Dios nos saldrá al encuentro, nos va a parar, y nos va a poner delante de situaciones inesperadas, retos y decisiones difíciles. En esos momentos hay que ejercer mucho la fe y la confianza en nuestro Señor; eso nos llevará a la obediencia ciega a lo que nos está pidiendo. ¿Qué vas a hacer tú? Yo…. Como de costumbre, tal vez luche un poquito conmigo misma, pero al final diré como siempre…. ¡HEME AQUÍ, ENVÍAME A MI!. Sé demasiado bien que en mi obediencia, vendrá la bendición y la honra del que sólo la puede dar de verdad, mi Rey, mi Dios… REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES.