Jesús nos eligió a nosotros, seres humanos llenos de defectos y con un corazón endeble como la arena, para llevar las buenas nuevas por el mundo. En lugar de aplastar el mal con Su fuerza divina, en lugar de imponer justicia destruyendo a los injustos, en lugar de establecer la paz mediante un gobierno terrenal perfecto, el Señor optó por confiar en la gente rota para compartir Sus enseñanzas. Nosotros somos «el Jesús que quedó atrás» después de la ascensión, somos los herederos del Espíritu de Dios. “Por lo tanto -dijo Pablo-, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia.” Recordemos que somos cartas leídas por todos los hombres y debemos amarnos unos a otros, porque sólo el amor puede producir una respuesta de amor.
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Cartas en la arena
Jesús nos eligió a nosotros, seres humanos llenos de defectos y con un corazón endeble como la arena, para llevar las buenas nuevas por el mundo. En lugar de aplastar el mal con Su fuerza divina, en lugar de imponer justicia destruyendo a los injustos, en lugar de establecer la paz mediante un gobierno terrenal perfecto, el Señor optó por confiar en la gente rota para compartir Sus enseñanzas. Nosotros somos «el Jesús que quedó atrás» después de la ascensión, somos los herederos del Espíritu de Dios. “Por lo tanto -dijo Pablo-, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia.” Recordemos que somos cartas leídas por todos los hombres y debemos amarnos unos a otros, porque sólo el amor puede producir una respuesta de amor.