Muchos de nosotros, al igual que David, hemos descendido a los fríos y oscuros confines de la cueva de la desesperación y la depresión. Ahí comenzamos a pensar que Dios nos ha abandonado y que Su consuelo no llega a esa oscura cripta. Pero para la gente de Dios no hay abismo demasiado profundo para escapar, ni cueva demasiado oscura para que la luz de Dios la ilumine. Así que cuando estés sufriendo bajo ataque, canta un ‘blues’ de alabanza a Jehová, resiste, no te entregues... y cuéntale tus secretos de la cueva al Señor.