La Biblia
Textos Elegidos: La Enfermedad y La Vida Espiritual
Palabras de consuelo
con algunas reflexiones para aquellos enfermos que disponen de una fe
consolidada y cultivada en un trato personal frecuente y entrañable con
Dios.
"La experiencia más grata que he tenido a lo largo de este año y medio consiste en no haber cambiado mi relación con Dios.
La gran tentación fue volver de la fe a la religión, de la
confianza gratuita al interés. Aprendí a reconciliarme con Dios sin
esperar nada de él.
Tuve que asumir que mi salud no dependía de Dios, tampoco mi
enfermedad. Dios ni me la enviaba ni la quería. Simplemente era algo que
estaba ocurriendo en mi vida.
Si no me había quejado de Dios cuando todo me iba bien, ¿por
qué me iba a quejar cuando todo marchaba mal? Si yo a Dios no le he
pedido nada en mi vida -excepto que sea santificado su nombre- , ¿por
qué le iba a pedir durante la enfermedad?
Por ello, en mi relación con Dios, cuando pretendía verbalizar
interiormente alguna oración, me salía tan sólo aquella estrofa: 'Señor
¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!'".
J. Burgaleta. Creer Desde La Noche Oscura. Recuerdo de su experiencia de enfermo
"La enfermedad es algo inherente a la vida del hombre sobre la
tierra. Antes o después, todos padecemos enfermedades más o menos
graves. Los estados de ánimo son inestables: alternativamente estamos
alegres, menos eufóricos, más impacientes, completamente abatidos,
totalmente satisfechos.
Lo mismo sucede con la salud corporal: debido a procesos
biológicos, alteraciones atmosféricas, emanaciones electrobiológicos,
alteraciones atmosféricas, emanaciones electromagnéticas, radiaciones
cósmicas, mil factores internos y externos..., de pronto, nos sentimos
mal sin saber por qué; de pronto, eufóricos; en el momento menos pensado
nos acosan fragilidades que no sabemos de dónde nos vienen y a dónde
nos llevan.
No pocas veces la enfermedad sirve de aviso para que el hombre
despierte y evite desajustes y desarreglos. Los excesos de cualquier
tipo, dietas inadecuadas, vida sedentaria, abuso de tabaco o alcohol,
están haciendo sonar la alarma y avisando que estamos atentando contra
la salud.
La buena salud es consecuencia de la integral armonía entre
las diversas partes del cuerpo como un todo, y de este con la mente. Es
imprescindible que toda la persona mantenga unidad y equilibrio en todos
los niveles de su personalidad.
Innumerables causalidades conocidas y desconocidas contribuyen a
deteriorar nuestra natural estabilidad vital, y sobrevienen las
enfermedades graves o leves. No siempre, sin embargo, el hombre puede
prevenir sus causas.
Aun poniendo en acción un ritmo de vida equilibrado y sereno,
contando con una existencia sana en contacto con la naturaleza, sin
descuidar la convivencia armónica y feliz, una actitud positiva y
entusiasta frente a la vida, y un sinfín de preocupaciones..., aun así, a
pesar de todas las prevenciones, las enfermedades hacen su aparición en
nuestra vida como una realidad ineludible, consecuencia inevitable de
nuestra caducidad y limitación.
Estamos metidos y formamos parte de una naturaleza contingente y
precaria en la que el sufrimiento, la enfermedad y la muerte integran
la esencia humana. Así es. Y lo que así es, hay que asumirlo como
normal".
Ignacio Larrañaga. Las Variables de la Salud. Las Fuerzas de la Decadencia
"Las fantasías, pensamientos y emociones brotan y repercuten en
nosotros a partir del cerebro. La salud y la enfermedad brotan siempre
de dentro. En tiempos pasados se pensaba que las amenazas contra la
salud, como el virus, provenían de fuera. Hay que preguntarse por qué un
mismo virus provoca efectos tan dispares en diferentes personas.
Cuando un corazón, sano o enfermo, late, es todo el hombre el
que resuena a través de los latidos. Muchos médicos están convencidos de
que detrás de una enfermedad hay un modo equivocado de vivir.
Una emoción no controlada puede llevar a un sujeto a
alteraciones psicosomáticas. Así mismo, fuertes emociones no controladas
de frustraciones o ansiedades pueden generar diabetes, úlcera gástrica,
hipertensión, infarto de miocardio... Y así, detrás de las dolencias
pueden palpitar problemas de orden emocional.
Cada vez que el ser humano cae enfermo, hay que suponer que
puede ser efecto de un desorden interior. La actitud interior posee el
poder de modelar las circunstancias exteriores. El remedio no está en
una droga medicada desde el exterior, sino en un rearme interior.
La salud es mucho más que la ausencia de enfermedad. Es un
bienestar general experimentado tanto en el terreno biológico como en el
psíquico".
Ignacio Larrañaga. Las Emociones y La Salud. Las Fuerzas de la Decadencia
"En mi peregrinación por la vida he comprobado, entre ruinas,
que el cáncer es la fuente más caudalosa de dolor, un dolor revestido
con el manto rojo del miedo a morir.
Es una experiencia en que el paciente toca de pronto el
paralelo bajo cero. Cada quimioterapia es un asalto feroz contra la
vitalidad integral, en que el paciente se siente morir en una tormenta
de agonía, envuelta en náusea y desdicha.
No sabe bien si, después de tanto sufrir, va a lograr la
recuperación. Hay altibajos agitados en sus estados de ánimo. Por
temporadas le sonríe la esperanza. Transcurridas unas semanas se siente
de nuevo entre las garras de la desesperanza, arruinado, deprimido.
Acude a Dios como única fuente de vida y resurrección. Por su parte el
paciente, devastado por tumores y metástasis, se siente pura debilidad y
limitación. En los momentos álgidos no puede evitar un grito
desgarrador: '¿Por qué yo, Dios mío? Entre tanta gente, ¿por qué me ha
tocado 'esto' a mí?'.
Pero justo ahora en la cumbre de la desolación, se da cuenta de
que, en medio de la noche, a pesar de todo, Dios es la única esperanza.
No, no es Dios quien le envía el cáncer. En medio del dolor, Dios,
sigue siendo fiel. Está a su lado como la madre más tierna para
consolaro, para fortalecerlo.
A pesar de que, desde el alba hasta el crepúsculo, el cansancio
y la rutina lo atenazan en medio de la incertidumbre, el paciente no
pone condiciones a Dios, ni baja los brazos ni se da por vencido. Al
contrario, una fuerza interior lo mantiene con las velas extendidas, y,
en el eterno secreto del silencio, espera pacientemente los vientos
favorables de una dulce consolación".
Ignacio Larrañaga. Hablando A Lo Divino y A Lo Humano. Las Fuerzas de la Decadencia
"El misterio del dolor lo ha sobrepasado como una marea alta.
Está crucificado en el dolor como Jesús en el Calvario. Se ha sentido
sumergido hasta el límite en su finitud y contingencia. Sólo le resta
morir. Dios mío, ¿por qué me has desamparado? Me tienes en el más
completo desamparo. Toma la ofrenda de mi silencio.
Un pensamiento fugaz iluminó el alma de nuestro paciente. Dijo:
Jesús, el Hijo de Dios, está destrozado, sumergido en el martirio y
abandonado en el silencio de la noche en las manos divinas.
Ante tal pensamiento nuestro paciente, que hasta había deseado
morir en medio de sus dolores, recobró la paciencia. Oh Señor, dijo,
estoy clavado en el corazón de la redención. Mis dolores han abierto un
río caudaloso de valor eterno, porque Dios sigue viviendo y sufriendo en
el mundo con todos los que sufren.
Nuestro paciente, de tanto sufrir, fue transformándose en un
ser humano, humilde, solidario. Fue entrando en el corazón del mundo
doliente, y mediante el valor humanado y santificador de la enfermedad,
tiene ahora el arte de solidarizar delicadamente con todos los que
sufren en el mundo.
Nuestro paciente, con el cáncer avanzado, cruzando en el
torbellino del fuego y el dolor, sin esperanza de mejoría, fue cediendo
el terreno para que Cristo lo ocupara. Fue silenciando las preguntas y
aflojando la resistencia. Como consecuencia, su angustia, como llama sin
combustible, fue apagándose lentamente. Ya no tiene miedo a las
tormentas ni a la sombra de la muerte, mientras se ha revestido
paulatinamente de la aureola de la paz.
Pero no siempre fue así. Hubo épocas de rebeldía contra el
cielo y la tierra. Esta metamorfosis ha sido fruto maduro de un largo
viaje, de un combate sin igual entre la resistencia y la sumisión, entre
la libertad y la gracia.
Por aquel tiempo, nuestro hermano doliente no hacía otra cosa
que preguntarse: ¿Por qué me toca a mí todo 'esto'? ¿Dónde está Dios?
¿Por qué me envió esta cruel enfermedad? ¿Qué he hecho para
merecerla?...Y avanzando peligrosamente entre olas de delirios, nuestro
paciente siguió preguntando: ¿Sufrirá Dios con mi sufrimiento? ¿Le
importará algo mi postración y dolor?... Si Dios no sufre con mi
sufrimiento, si no sabe qué es dolor, ¿será cierto que podrá amar
realmente? ¿Qué clase de 'dios' es? ¿Es Dios o un bloque de mármol? ¿Un
Dios que no puede sufrir ni morir?...
Perdido en este mar de tormentas, la verdad, es que estas
preguntas no causaban alivio alguno a nuestro paciente... más bien lo
confundían. Hasta que llegó un día en que Dios Padre hizo que cayeran en
sus manos aquellas palabras de Bonhoeffer: 'Nuestro Dios es impotente
porque está crucificado'. Para nuestro paciente, este fue el punto de
partida hacia nuevos rumbos; estas palabras fueron el principio de su
conversión y el amanecer de su paz.
La cruz es la solidaridad de Dios con todos los que sufren y
mueren, amandolos hasta la locura. En Cristo crucificado se manifiesta
el amor incondicional de Dios, lleno de dulzura en medio de la
catástrofe. Dios sufre y muere en la cruz.
La enfermedad me enseñó a asumir la debilidad sin miedo, sin
traumas, sin angustias pusilánimes. ¡Somos así: somos también
enfermos!".
Ignacio Larrañaga. Hablando A Lo Divino y A Lo Humano. Las Fuerzas de la Decadencia
"Cuando lloramos por algo, morimos a eso que nos dio un sentido
de pertenencia. En este sentido el sufrimiento siempre tiene mucho que
ver con la vida espiritual".
Henri Nouwen. Turn My Mourning into Dancing
"En este libro póstumo, Henri ilustra el concepto de dejar ir,
de soltar, según el ejemplo de los trapecistas descriptos en Nuestro
Mayor Don: 'Antes de que puedan aferrarnos es necesario soltarse. Hay
que animarse al vacío del espacio'. Henri habla de la necesidad de
dirigir nuestra vida con levedad ya que no poseemos el control de todo.
El novelista Milan Kundera lo llamó 'la insoportable levedad del ser', y
su postura filosófica es contraria a la Nietzsche, que con el mito del
eterno retorno alude a esa eterna repetición que da pesantez a la vida.
Ambos, Nouwen y Kundera, en cambio, señalan la fragilidad de la vida.
Para la mayoría de las personas el luto y el sufrimiento son
emociones 'pesadas' que abruman y deprimen. Pero esas mismas emociones
son el medio por el cual podemos aprender a soltarnos, abandonarnos.
Sería como caer al agua con ropa pesada, con el equipaje y nuestras
posesiones. Para mantenernos a flote y sobrevivir habrá que soltar
aquello que nos hunde, aquello de lo que nos lamentamos, por lo que
sufrimos, inclusive soltar el lamento y el sufrimiento en sí.
En la metáfora del vuelo de los trapecistas, queda claro que no
hay que aferrarse a lo ya conocido, al lugar donde hemos estado, o con
quien hemos estado. Inclusive no debemos aferrarnos a lo que hemos sido.
Tenemos que "animarnos al vacío del espacio", confiar que alguien va a
estar allí para atajarnos, que un nuevo hogar nos espera y que el
propósito va a ir rebelándose. Atravesamos el canal del nacimiento más
de una vez en la vida.
He experimentado cientos de muertes de amigos y conocidos
debido al SIDA, al cáncer, a enfermedades cardíacas, accidentes y
violencia. Lo que esto me ha enseñado es que la vida es valiosa, pero
también efímera. El cuerpo es fuerte, pero vulnerable. La muerte asusta,
pero no es tan aterradora como antes. Los amigos, especialmente los de
la comunidad del SIDA, hablan de 'visitas' de aquellos que se han ido, y
un amigo que estudió y escribió sobre lo paranormal, me dijo que cuando
los seres humanos enfrentan la muerte de muchos conocidos en corto
tiempo, sienten que los límites entre la vida y la muerte se hacen
permeables.
No sólo lamentamos la pérdida de personas, sino también de
vocaciones, llamadas, trabajos, oportunidades, mascotas, posesiones
materiales, seguridad y muchas otras. Lamentamos la pérdida de la salud,
del bienestar, la independencia y el sentido de pertenencia. Lo que esa
experiencia puede enseñarnos es que somos más que todas esas cosas
juntas y, perdiéndolas, no nos perdemos, porque Dios nos sostiene y ama
eternamente.
Escribiendo sobre Sören Kirkegaard, Peter Drucker señala: 'La
fe no es lo que hoy se designa como experiencia mística, algo que
aparentemente puede ser inducido por un adecuado ejercicio respiratorio o
con flores de Bach (sin mencionar las drogas). Sólo se puede lograr a
través de la desesperación, el sufrimiento, la lucha dolorosa e
ininterrumpida'.
Los que piensan que la espiritualidad es una vía fácil de
salida o de negación, no comprenden la naturaleza de la espiritualidad.
Como dice el refrán, 'La religión es para gente que tiene miedo de ir al
infierno. La espiritualidad es para los que ya han estado allí'".
Chris Glaser. El Sufrimiento y La Vida Espiritual en Meditando con Henri Nouwen
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