Con frecuencia el sufrimiento causado por dolorosos e inesperados acontecimientos nos lleva a cuestionar nuestras creencias más básicas acerca de Dios y a preguntarnos qué hemos hecho para merecer el castigo del Señor. Sin embargo, en esos oscuros momentos debemos recordar que el dolor es parte de la vida; que habrá días buenos y días malos, pero no estaremos solos en nuestro caminar. El Señor estará con nosotros todos los días enjugando nuestras lágrimas, porque Él comprende nuestro dolor, a causa del dolor de Su hijo en la cruz.