El aislamiento mata al amor y sofoca toda humildad, compasión y generosidad de espíritu. Jesús no llamó a sus seguidores para que vivieran en cuarentena, los llamó para ser un hospital que acoge a todos los enfermos. No hubo, ni hay, distinción de clases para Jesús. Es por eso que, si acaso tienes un título, debes usarlo para servir a los que crees que merecen viajar atrás, en ‘clase turista’. Vamos, quítate la túnica, cíñete una toalla y ponte a lavar pies.... Y si te cuesta hacerlo, es porque nunca has conocido a Jesús como tu Salvador.