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El día después de mañana

 





La adversidad de los últimos meses ha llevado a muchos cristianos a pensar que todo ha sucedido porque Dios dejó de ser bueno, y a preocuparse no sólo por el mañana, sino por “el día después de mañana”. Sin embargo, debemos recordar que el Señor se vale de las tormentas y tempestades para moldear nuestro carácter y que regresemos a la sencillez del Evangelio. Si no escuchamos lo que Dios nos está tratando de enseñar en medio de la adversidad, terminaremos entendiendo mal Su mensaje y abandonaremos nuestros sueños y nuestro llamado. Hoy tenemos que reinventar el cómo vivimos, tenemos que revaluar nuestras relaciones, nuestra salud, y fundamentalmente nuestra relación con Dios, con el fin de transformarnos en cristianos subversivos que miren con ojos nuevos a Jesús y que estén dispuestos a poner punto final al silencio de los corderos.