A través de las Escrituras, Jesús nos presenta a un Dios que no exige, sino que provee; que no oprime, sino que levanta; que no hiere, sino que sana. Un Dios que perdona en vez de condenar y que libera en vez de castigar. Un Dios que busca, un Dios que siente gozo cuando encuentra al que se había perdido. Un Dios que no espera hasta que nuestra vida moral esté en orden para poder amarnos. Así que, si hoy te sientes indigno, quebrado o perdido, pon tu carga en el suelo y construye tu vida sobre la base del amor de Dios... y Su amor te hará libre. Recuerda que Jesús ama a aquellos que más lo necesitan, que más dependen y confían en Él.