La Biblia está tan llena de historias de puertas cerradas como de puertas abiertas: la puerta del Edén fue cerrada; la puerta a la Tierra Prometida se cerró para Moisés, la puerta del arca se cerró poco antes del diluvio. De la misma forma, en nuestra vida nos vamos a topar con ambas puertas y nos toca comprender cuándo Dios abre una puerta y cuándo es Él quien la cierra. Debemos entender que algunas de las mejores oraciones, son las que nunca recibieron la respuesta que esperábamos, las que nos fueron negadas y nunca nos abrieron una puerta... aunque en el momento nos invada la frustración y el desazón. Recordemos que en la Cruz, el ‘No’ de Dios a su Hijo se convirtió en el ‘Sí” de Dios para todos nosotros.