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Demonios propios nuestro lado oscuro





 Con frecuencia nuestros mayores adversarios en la vida son esos pensamientos y sentimientos lúgubres y negativos que habitan en nuestro interior. No provienen del infierno, sino de nuestras propias historias, de nuestros traumas y nuestros recuerdos. Esos demonios propios generan dos cosas en nuestra alma: inseguridad y vergüenza; nos llenan de angustia y nos impiden amar y cumplir nuestro llamado. Pero la Biblia habla muy claramente de cómo hay que responder al dolor y al sufrimiento: tenemos que negarnos a permitir que el enemigo saque de la basura esas vestiduras pútridas, y vuelva a cubrir con ellas nuestra vida. ¡Hay que cambiar la inseguridad y el miedo por la confianza en Dios!