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Consejos cristianos para la intimidad matrimonial -La Esposa-






Comprende tu tremenda necesidad sexual – Habrán ocasiones en las que desearás relacionarte íntimamente con tu esposo aún cuando las cuatro áreas de intimidad ya analizadas no estén exactamente en el lugar correcto. Por esta razón, no te prives de esta oportunidad si sientes que tus necesidades no fueron satisfechas.

No prives a tu esposo del placer de relacionarse íntimamente contigo– Algunas veces, esposas a las cuales sus necesidades no fueron satisfechas o sus perspectivas no fueron correspondidas, se sienten en el derecho de castigar a sus esposos, evitando, negándose a la relación sexual con él. Recuerda que podrás estar contribuyendo a que haya un distanciamiento entre ustedes, enfriando y hasta quebrando la relación.
“La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer. No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia”. I Corintios 7:4,5.

Descubre lo que a él realmente le gusta – El hombre vibra cuando su esposa le pregunta lo que a él le gusta con respecto al sexo y trata de satisfacerlo. Esto no significa que tengas que abrir la mano de tus convicciones personales o particulares, de actividades sexuales que consideras ofensivas, porque existen límites en la relación íntima dentro del el matrimonio. Pero no te olvides que puedes hacer muchas cosas que tu esposo imagina en su mente, que podrás concederle y tener placer con ésto.

Preséntese de forma sexy – Aproveche aquellas ocasiones mágicas en que tomas un baño relajante, vistes algo sexy, esparces un poco de perfume alrededor, disminuyes la luz de la habitación, pones una música romántica, en fin, preparas la habitación para un momento especial. Con toda seguridad tu esposo sentirá placer tanto como tú. Esta es una forma de contribuir para que haya variedad, lo cual es bastante útil y saludable en la vida sexual.

“Hablamos frecuentemente sobre la relación sexual como “hacer el amor”. Estrictamente hablando, esto no es verdadero. El encuentro de dos cuerpos no puede hacer amor. Solamente puede expresar y enriquecer el amor que ya existe. Y la calidad de la experiencia dependerá de la calidad de amor que se expresa” David R Mace en su libro “Quien Dios Unió”.

“Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgara Dios” Hebreos 13:4.

Los profesos cristianos no deberían entrar en la relación matrimonial hasta que el asunto haya sido considerado cuidadosamente, con oración, y desde un elevado punto de vista, para ver si Dios puede ser glorificado por tal unión. Luego, deberían dar debida consideración al resultado de cada uno de los privilegios de la relación matrimonial; y el principio santificado debería constituir la base misma de toda acción.- RH, 19 de septiembre de 1899.